20 de agosto de 2013

Meros dichos

Un desconocimiento casi total; el terreno de las emociones me resulta cada vez más complicado.

No logro comprender ni abarcar parcialidades (ya ni siquiera apunto a la totalidad)

Caer bajo tocar el fondo y resucitar desde los Infiernos
Aunque después la Neurosis venga a tomar protagonismo y querer robarme el papel que me corresponde como arquitecta de mi vida
Es el juego de la voluntad y perseverar; bancarse la toma después de que una decide elegir, no elegir, quedarse o tirarse hacia lo desconocido, sabiendo que podría haber pasado cualquier cosa (casi fue así de hecho)
Me nace la kamikaze que quiere vivir lo nuevo lo arcaico retomar revivir y por fin destruir aniquilar matar lo que queda.

No puedo resignarme; no puedo someterme
Yo soy mi Dios
Yo merezco mi alabanza, absolutamente nadie más
Menos un cobarde que vivio tres cuartos de su vida siéndose fiel a sí mismo, manipulando realidades y mentes frágiles para poder moldear a su antojo las realidades a las que puede sacarle provecho
Psicoanalista indigno de la condición que comparte con los seres humanos
Pensar que alguien de esa calaña comparte morfología conmigo siquiera me repugna y asquea

Vacío el vínculo que te define como persona, corazón
Yo no puedo romperte si vos no rompés tus condicionamientos
Si preferís la anteojera y la total negación antes de creer que te definen muchas más cosas que ser la esclava de un pseudo déspota tan disconforme con su miserable existencia que necesita realidades paralelas que puede moldear a su antojo para sentirse vivo.

Soy un Monstruo; el Monstruo no necesita cadenas, aún menos autoimpuestas
El Monstruo no puede romperse y rearmarse a voluntad de un tercero, por más que lo anhele porque el Monstruo vive en constante mutación; el Monstruo ya está roto y se rearma y quiebra constantemente

Aunque las situaciones con el objeto preedípico se desmoronen y no dejen de caer en un vacío interminable, los méritos que voy a obtener van a ser por mi obra, mi motor soy yo, el apremio de la vida.
Lo demás puede pudrirse y desvanecerse
Todos pueden ser cenizas 
Ya casi nada me importa

Estoy cansada de la ceguera
De a ratos me conecto
Puedo sentir la calidez de un poco de luz
Pero las cosas son bastante efímeras; al fin y al cabo, camino por las calles, miro a través de los cristales sucios y cargo encima a todos los cadáveres que maté a lo largo de mi existencia en las Diagonales y por ahí, que a mi entender, más allá de la humanidad y de la posible empatía que pueda llegar a compartir, se siente como caminar a través de las calles de una Pompeya arrasada. 
Todos están ahí. Inertes. Fríos. Muertos.

No descarto nada de nada como mera experiencia de vida; ni de la esclava errónea, ni del psicoanalista del espanto.

Sólo agradezco estar de vuelta donde pertenezco. 

No logro comprender tantas cosas
Llegué a un punto de no reconocerme
Más fuerte que nunca piso
Y más vorágine que en todos los años de mi vida
Veinte primaveras casi a punto caramelo