Lamer
¿sus botas, Señor?
Con gusto. Déjeme
arrastrarme. Sentir
el piso frío
las baldosas contra mis pechos.
Atar
¿mis manos, Señor?
Venga. Asegúrese
de que me quemen
las muñecas;
úseme de cenicero
de mascota
de mucama
de cliché.
Vendar
¿mi sentido común, Señor?
Soltar la racionalidad
tan irracional
como los juegos mismos
tragarme a sus hijos
aquellos que jamás
verán la luz
y mucho más.
Sentir
¿sus manos, Señor?
No sea necio
no van a evitar que yo
salte al vacío
mientras todo sea un juego
y yo no pueda
sentir algo real
mientras Usted tampoco lo sienta.
Discúlpeme, Señor.
Es que me da terror querer a la gente
sentir me da terror.
7 de enero de 2015
Yo extraño
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