2 de octubre de 2013

Se despertó desorientada, las luces halógenas le molestaban, interrumpían su letargo.
Junto a ella se encuentra un hombre; la devora de arriba hacia abajo, y su mirada oscura despierta todo lo que ella alguna vez decidió enterrar. Sentía los espasmos en la boca del estómago, sus mejillas ardían y ese hombre sonreía de a poco, como preparándola para el final brutal.
A su izquierda se encontraba un florero lleno de rosas rojas. Estaban frescas.

- ¿Te duele la pierna?
- No; ya no.
- Los animales a veces saltan, agresivos. Perdon, no pense jamas que mi perro podia llegar a comportarse asi. Estuviste dormida tres dias, ¿sabias eso? ¿Sabias que sos mia tambien, no?
- ¿Perdon? ¿Podrias hacerme el favor de decir estupideces?
- No te atrevas a hablarme asi de nuevo - le susurraba al oido con los dientes apretados mientras cernia la mano alrededor de su fragil cuello - porque lo vas a lamentar, pedazo de puta. Yo te tire al perro. Te venia viendo hace unas cuantas semanas. A vos y a tu patetica vida. Parece que deje las sutilezas de lado... - seguia emitiendo sonidos animales mientras le mordia la oreja y apretaba aun mas su cuello.

Ella volvia a desmayarse entre la humedad y la falta de aire, no podia respirar, y sin embargo se sentia tan bien.
El miedo.