4 de febrero de 2015

El Cristo

Es que bajo la mirada punitiva
me vuelvo el Cristo que tambalea
atado de hilos y sal
azotado por sus faltas
ante el pecador aquel que sostiene
un cinto una fusta
un cigarrillo.
Un Cristo que tiembla a la hora
de enfrentar las vistas de reojo
lo expuesto anteriormente.
Un mártir que no se arrepiente
de haber dado su cuerpo a la causa
libertino enfermo
poesía mediocre.
Me convierto en un Cristo de madera
que se desmonta dada la ocasión
que espera ser relevado de la cruz
y al tiempo resucitar
la carne regenerar
finalmente al amor
nunca, pero nunca esperar.