26 de noviembre de 2014

Reptil.

El tacto desaparece
poco a poco
se pierde lo que queda de
humanidad.
Ya no corro ni camino:
me arrastro
arrastro mi vientre
pues estamos malditas
huelo con la lengua
y mis ojos, olvidé si
son ciegos o no.
Creo que ya dejé de
sentir
pues la piel se endureció
y la sangre optó por
helarse
sin pedirme permiso
y antes de que me diera cuenta.
Porque nadie se queda
a lado de nadie más.
Y me arrastro y me maldigo
la herencia
el odio
la soledad al fin.

Gorgonas

Congelar esos momentos
en papel en código binario
en tintas de muchos colores.

Ponerle un stop al tiempo
inmortalizar lo que
jamás volverá a su lugar.

Ni las llamas pueden
contra los recuerdos
de piedra de cuarzo caliza.

Nos portamos como gorgonas
indistinto estar decapitados
o simplemente lisiados.

A veces nos falta un brazo
a veces glóbulos rojos
y otras veces flores.

Nos volvemos lo que queda de nosotros
sin ser del todo originales
jamás.

Intentamos robarle al tiempo
lo burlamos un poquito
nos reímos hasta llorar.

Sorteamos horizontes
medusas de música (no tan) ligera
aberraciones de lo existente.

Somos gorgonas tristes
solas y mutiladas
míticas inexistentes.

En ciertas ocasiones es
mejor esperar. Dormir
no despertarse. Nacer una vez más.

Olvidar.
Nunca dejar ir.
Sin embargo ver la película de uno.

Más allá del Alzheimer.