2 de mayo de 2014

La Anestesia

El sabor amargo de la anestesia es delicioso. Quema la garganta, olvida amores, destierra dolor.
La noche se presta para romper el vestido y escotarlo aún más, romperse en un pogo violento, sentir la música bailar con desconocidos y amar a los nenes y a las nenas por igual.
Los disfraces se pasean por todos lados. Y creemos ver a Minnie Mouse.
Viejos conocidos y fantasmas en el piso, lentes rotos, moretones al amanecer.
"No quiero que la noche se termine nunca; me gusta demasiado acá"
Cualquier lugar es mejor que la vida real. Más cuando hay embudos y botellas que se vacían en cada instante lleno de luz y color.
A la vuelta de las nubes de humo se cree, se es. El baile y lo oscuro recién comienzan.
La pulsión se desata, y por un momento ilusorio creo ser hermosa, más que nunca, dándole rienda suelta a mi álter-ego, comiendo felicidad de las paredes.
Es todo culpa de la anestesia. Deliciosa anestesia.
We are all mad down here.