1 de mayo de 2015

Tres: Las manchas en el delantal.

Y es que no me acostumbro a pintar las paredes de sangre, dejar mariposas, explotar pétalos tras el gatillazo.
No sos el primero, pero realmente no me acostumbro. Las manchas para que se salgan son un suplicio, y aunque la pintura blanca restaure, yo veo a la sangre pudriéndose ahí.
Veo a los gusanos comiéndose sus caras que ya no son caras son solo carne deforme y maloliente.
Carne desmembrada bajo tierra. Abajo de las mesas del patio de atrás.
No vas a ser el último mi amor, no creas que sos tan especial después de todo.