22 de diciembre de 2014

No duermo

Supuse que esos ritos eran para mí, que iba a volverme una especie de deidad dueña de su Destino y, por qué no, del mundo.
Pero sólo implicó renuncias faraónicas para una simple mortal que jamás pidió nacer ni agradwce la vida.
Los júbilos del vino, la amnesia el coma, el éxtasis del sexo, ¿bajo qué precio?
Solamente quedaron cuervos y buitres volando en círculos esperando la carroña del show.
Al final, jamás pude salir de la casa de Asterión. Ni por mi cuenta, ni por un par de ojos o sonrisas o tactos, de esos que aparecen por un rato y luego, vuelven al moho de las paredes.