1 de diciembre de 2013

La tormenta

La tormenta viene a golpearnos con toda su fuerza, y yo lo único que deseo son zombies.
Hay algo que crece, y no es una erección.
Se acrecienta la poesía y se amplían los cristales que lloran desde los ojos.
Todos creen que es el Huracán que consigo trae caretas biónicas y el Insomnio de cambalache. Deciden ser ciegos y sordos apegándose a la estupidez inherente a cada uno, manteniendose en la ilusion del descontrol y la autodestruccion.
Los gritos y los temblores pueden llegar a darse; la tormenta se acerca y no va a tenernos piedad.
No hay que desgarrar la garganta para pedir socorro, es inútil.
Se diluyen las fronteras, vienen todos juntos a golpearnos con su realidad.
Vampiros y putas, el pasado y el Principito los hacen reales.
No pueden morir, y la tormenta se acerca.
Se torna tan difícil.
Haber crecido entre violentos zamarreos y algodones rosados. Haber ido a una escuela de monjas y el infuctuoso intento de enjaular a los Monstruos.
A destiempo y apausada, llena de oro y perlas, hidrofobia.
La tormenta, allá viene.
Abandoné y vi la Lateralidad y el Todo. Y abracé la decadencia, esclavizada ante ella.
Me fui y desaparecí saltando dentro de los distintos charcos de brea y pastillas para dormir, queriendo perder, queriendo llenarme de Fe, pero sabiendo que la desesperanza me iba a otorgar la mayor Libertad.
Tanto pánico gangrena las cabezas y afloja las tuercas de las convicciones.
¿Tanto miedo van a tener de caminar abajo de la tormenta?
Vivir la escoria, se torna tan difícil.