21 de noviembre de 2013

Como me gusta ese Dios entre los hombres.
La puta madre, es irreversible.
La lejania es un rival feroz. Pero de estar cerca no sobreviviria a mis colmillos.
Imposible sacarlo de mi cabeza.
Y por mas que intente es un imbecil al que aprecio; es un forro al que quiero.
Ese Dios entre los hombres.
No es un Mesias ni un nordico caido; es un simple ario de apellido italiano que no deja de enloquecerme por las noches cuando me encuentro sola y los pensamientos empiezan a aflorar en torrentes sin parar, Alicia encadenada quemando pistones a lo loco.
Felices primaveras.

Se llena de coronas y parece un maniquí. La juventud no siempre deja un hermoso cadáver, por más rubor que corra en los cachetes.
Sonrosado sobre negro. Y sangre que se coagula se pudre en cada instante.
El Sol clama su dominio y a las once ha de partir.
Partir dos metros bajo tierra en este caso, como en tantos otros.
Sangran las encías y el pulso se encuentra arrítmico. Se descomponen los amores y peor.
En el ventiluz. Una toalla. Se ahorco.
Una noche mas para mi. Un poco mas de trabajo. Y un letargo que concilio de a ratos.
Las flores usadas se instalan en mi nariz. Y la alergia, se vuelve insufrible.
Todo ronda en tonos verdes y amarillentos. A veces un azul oscuro y los flashes de fluorescencia que me dejan estupida, cuando escucho las bicicletas o veo piercings sacados de fabrica.
Todos fumados todos borrachos todos estupidos.
Una menos.
Y aun quedan aproximadamente cuatro horas.
El noviazgo se diluye cuando hablo de mis anhelos de ser mama.
Y las miradas se centran en mi escote.
Kamikazes de un Destino que los excusa. Marionetas de su ceguera, incapaces de reconocerse condenados a La Libertad, dulce prision y acida profecia.
Intentos de salirse e intestinos que estan a punto de escupirse por doquier.
Van a formar mariposas por todos lados.
Una escopeta y un lanzallamas
Tranquila. No falta mucho.

El Lumpen

El lumpen se viste de gala; me deja las colillas en el suelo, embarradas de desesperanza. Grotesca es su alegria y tambien su sufrimiento.
El lumpen se rie de todo aquello que no comprende. Y escuchando el sonido del ambiente se escuchan, y envuelven la atmosfera de perfume a mamarracho.
El lumpen goza y grita barbaridades, atrevimientos. Se muestra irrespetuoso escupiendo dignidad o lanzando un lamento cuando ya la luz se fue.
El lumpen es humilde pero no por eso ha de carecer de muestras de educacion. Luego las quejas por considerarlos infrahumanos cuando son tan personas como uno mismo. Surcados de sufrimiento e ignorancia.
Irrecuperables.
¡El lumpen se me acerca! Alejenlos de mi.
Escoria, chorros, basura, vomito social, hijos de puta. Abominables especimenes.
El lumpen es la marginalidad de los marginados. Y dentro de mi asco, llego a comprender.
El lumpen y yo no somos tan diferentes.