26 de octubre de 2013

La Free Fall es una eternidad. Y me alzo.

Se entrega. Se ríe.
Y cae
Detona su cabeza. Mastica nitroglicerina.
Y cae
Patea adoquines febriles. La Plata la encierra en su sarcófago
Y cae
Se envuelve en un manto estrellado. Y le pesan los grilletes, de pies y manos
Y cae
Encierra a su Diablo alado siete candados bajo memoria. Colisiona con todo aquello que atente contra su fragilidad
Y cae
No siente el piso. La free fall es una eternidad
Se planta y mira hacia arriba
Hacia adelante no hay nada
Sabe que vino para sufrir
Ya no quiere caer
Se alza
Se arrastra y trepa
Y vuela y se cae
Pero sigue mirando hacia arriba
Pues allá se encuentra la Luz
Se saca el manto estrellado y lo deja en el cielo
Intenta seguir las luces de linternas
Errantes kamikazes a lo largo del trecho
El perjurio del silencio
Y se alza
Es un hermoso Caido
Caida de la Gracia de Dios
Del amor de su mamá
De la dignidad humana
Del consuelo que le daba la antigua sabiduría
Sólo rescata un ápice de esperanza que lleva atado al cuello en un collar de perlas
Y la literatura que es capaz de engendrar como un hermoso Monstruo
A veces piensa que puede llegar a envidiar es el espacio entre sus piernas. Y de a ratos ni eso.
Sabe que lo mundano es efímero
Y por eso se alza