3 de abril de 2015

Descarado hereje e impuro.

Se toma el descaro de contactarme
no una, no dos, sino tres veces. Y a la tercera me habla
sabiendo que pertenece a un segmento oscuro
que sólo quiero enterrar.
Allá por el dos mil doce y dos mil trece, no tenía dos décadas encima. Y yo quería jugar.
Cuando me di cuenta me la pasaba llorando
sabiendo que escondía a lo que más le tenía miedo. Escribió un te amo en mi espalda
con sus dedos mágicos, en aquel entonces.
Se dio el lujo de decirme Linterna.
Hereje
me escondió el amor que sentía hacia otra mujer
sabiendo que la carne joven no se iba a ir. Porque realmente
lo amaba.
Respuestas mías sin enojo racional no puedo brindar.
No me sale perdonar. Jamás fui buena en eso
entonces pedí su ayuda; y creo que el descarado se habrá llevado una sorpresa cuando
escuchó su voz en italiano.