27 de marzo de 2015

Asfixia

Me cansé de mantener las metáforas
de creer que entre velos
de carne cruda
puedo sostener
(con escarbadientes. Precarios)
lo hermoso.
Me cansé de esconderme
entre los insecticidas
sobre los estantes del galpón;
de esconderte las ganas
de chuparme una pija
rosa y llena de venas. A punto
de explotar
de ocultarte las églogas que constituyen mis pajas en seco
las felaciones a las cuatro a eme
en calle cuarenta y tres
lo lindo que se siente ser usada
como un perchero
para después ir a buscar los marcadores o voligomas
por Plaza Italia como
una mascota
una masoca.
Que abajo del buzo
(prestado)
por mero juego
me dejen un broche puesto
en el pezón izquierdo
que corta la circulación
que me humedece la bombacha
y su recuerdo me obliga a tocarme en los velatorios.
Me pudrió mostrarte todo lo que sufrí en esos momentos en los cuales creí disfrutar
porque siempre fui la más puta
y la más incorrecta
la clase de mina que no podés amar.
Siempre me gustó convencerme de eso. Me sentía
especial.
Con el óxido de la calle
la esquina
y el buzón
decidí dejar de meter
abajo de la alfombra
entre los pechos
los recuerdos que ya
no poseen idoneidad
para provocar un daño
real.
Real como lo fueron las pastillas
o lo son las cicatrices
que me llevaron a vos
y a vos
y a vos
y hoy me declaro sumisa
y todo
está
en su lugar
en este momento
y nada más
importa.