30 de octubre de 2013
Next Generation
- Un amigo frecuenta; un compañero de laburo, bah. Y desde que lo hace, está mucho más tranquilo. Hasta sano, diría yo.
- Te das cuenta de que esto no es joda ¿no? Lo que hacemos acá queda acá. O por el lugar al que fuéremos ¿entendés? No es joda. Y si viniste es porque lo necesitás por lo visto. Tenés cara de no descargar absolutamente nada.
- Mis ataques de furia podrían canalizarse en otra cosa que no fuese mi departamento - le contesté a esa mocosa - y sí; lo necesito.
Mi colega, estaba enfermo. Vivía deprimido, y las ojeras ya formaban parte de su piel. Impresionante, era un cadáver. Era triste verlo empastillarse cada veinte minutos o que venga totalmente borracho al trabajo.
Todo por culpa de esa puta.
Enamorarse, siempre digo, es un error.
Y me acuerdo, era un martes. Lo vi enérgico, joven. Parecía totalmente renovado, se había inyectado vida directo a los ojos.
- ¿Qué carajo?
- Sí, así como escuchaste. Mi hermano... yo veía movimientos raros. Es un nene, doce años tiene apenas pero ya sabés cómo viene la mano, por qué vive conmigo y demás... a lo que voy, el pibe salía todas las noches. Sale de hecho. Y me aterrorizaban los rumores, tenía miedo de que le pase algo ¿sabías? Entonces una noche, lo seguí con el auto...
- ¿Y? ¿Qué pasó?
- ¡Esperá! - dijo eso mientras le daba otro sorbo a su café - la cosa es que lo seguí con el auto. Para ver qué hacía o hacia dónde iba. Maxi se metió a un lugar re oscuro, con pocas luces. Un callejón para que te des una idea.
Me bajé del auto y sigilosamente me acerqué. No podía creer lo que estaba viendo: había otros chicos de su edad, o más nenes incluso, furiosos; gritaban por todos lados, rompían maderas, cantaban, se besaban. Pero lo peor fue lo que vino después.
- Dejá de meter tanto suspenso y decime qué es lo que pasó - odiaba que hiciese esas cosas.
- Había un indigente ahí; el viejo estaba todo harapiento, y les gritó que se callen para seguir durmiendo junto a su perro. Todos se callaron al unísono. Y ahí lo vi a Maxi, te juro, nunca tuve tanto miedo como aquella noche. Maxi vociferó cosas inentendibles, una sierra eléctrica en la garganta tenía. En menos de un parpadeo todos los chicos arremetieron contra el viejo y su perro. Los molieron a palos. Y para rematarla, lo prendieron fuego. Yo tenía miedo de los rumores, viste. Que se encuentran muchos muertos con signos de violencia muy marcados, muertes terroríficas ¿Quién iba a creer que mi hermanito formaba parte de esa banda, que era partícipe de esos rumores que se tornaban realidad segundo a segundo? En cuanto vi eso, salí carpiendo. Y volví a casa, sin poder conciliar el sueño bajo ninguna pastilla o trago.
Maxi cayó a eso de las cinco de la mañana. Volvió a casa, se acercó a la puerta de mi pieza y me dijo que sabía que yo o había seguido y había visto todo, que él no era boludo. Y que no solo son nenes los que participan de eso, sino que hay distintos grupos etar ios: por lo general, los más grandes se entretienen un rato pero resguardan a los chicos de las autoridades.
Esos "grandes" por lo general son policías. Como nosotros.
Y bueno. Maxi me invitó a ir la noche siguiente.
Y fue genial. Hacía mucho no me sentía tan vivo.
¿Sabés adónde fuimos, no?
- Jodeme que....
- Sí. A SU casa.
- ¿Y? ¿Qué mierda le hiciste a esa puta? - la conversación había tomado un giro muy interesante.
Nunca había soportado a esa mujer. No sé si se merecía el peor Destino a manos de mi colega. Pero, con tan solo imaginarla sufriendo, se me escurría una mueca maliciosa y las pupilas se me dilataban.
- ¿Qué creés que le hice che? Llegamos con los nenes. Le rompí la puerta a patadas, mientras ellos jugaban y rompían todo fui hasta la pieza. Estaba asustada, se despertó por el quilombo que estuvimos haciendo, y no podía creerlo. Me vio, y un gesto de horror ensombreció sus ojos. Estaba desnuda, como siempre.
Me subí a la cama de un salto y empecé a golpearla. Se ve que me extralimité bastante porque en cuanto fijé bien los ojos en lo que era su rostro ya no parecía nada humano, solo una masa amorfa y sanguinolenta de huesos rotos, y dientes que caían de una catarata de sangre.
Le quebré los brazos y la puse boca abajo.
Ya supondrás que hice...
- La dejaste sangrando como la mejor ¿no?
- La reventé por dentro.
En cuanto terminé de humillarla noté que aún seguía respirando. Así que dejé que los nenes hagan lo suyo.
Robaron lo que quisieron y quemaron el luga r hasta que no quedaron ni las cenizas por poco. El fuego abrasando el lugar, las llamas lamían todo, los chisporrotazos que volaban por ahí... fue glorioso ver esa postal. Mejor que el sexo
- Mejor que el sexo... - repetí sumergiéndome en la imagen mental que me había ofrecido Clau. Veía fuego por todos lados.
Así que en cuanto tomé coraje para acercarme al lugar donde siempre se juntaban, esa zona liberada, fui. Me mandé sin preguntar, vestido de policía, como si nada pasase.
Aunque me sentía preso del terror.
En cuanto me acerqué una horda de chiquitos con armas blancas me vinieron a acorralar. Había algunos adultos ahí, policías faltos de esperanza y llenos de repulsión, ocultos detrás de las columnas, de las puertas, en las paredes.
En cuanto me di cuenta, había una nena delante mío; unas dos cabezas mas chiquita que yo. Delgadísima, sin curva alguna, prepúber. Seguro ni siquiera menstruaba. Un cuerpo totalmente näif, amorfo, aniñado y fascinante. Pálido. Como su pelo y sus ojos.
- Vamos. Si vos viniste acá es porque alguien te dijo ¿Cómo te enteraste?
- Un amigo frecuenta; un compañero de laburo, bah. Y desde que lo hace, está mucho más tranquilo. Hasta sano, diría yo.
- Te das cuenta de que esto no es joda ¿no? Lo que hacemos acá queda acá. O por el lugar al que fuéremos ¿entendés? No es joda. Y si viniste es porque lo necesitás por lo visto. Tenés cara de no descargar absolutamente nada.
- Mis ataques de furia podrían canalizarse en otra cosa que no fuese mi dep artamento - le contesté a esa mocosa - y sí; lo necesito.
La pendeja sonrió lasciva y cruel. Me agarró de la mano, y corrió estática.
Esa noche, iba a divertirme mucho. Lo sabía.
- Así me gusta - me dijo - mi nombre es Agus. Tengo once. Y te gusto.
Pronunció esas palabras y se estiró para morderme el cuello.
No sólo la juventud, estaba perdida.
Cuenta la leyenda
Miss Locura
La Locura baila con los desesperanzados y los hijos del rigor
Quiere escupir un "Te Amo" y sólo puede expresarse en manos llenas de témpera y sangre
La Locura es la Salida de Emergencia, maquillada de histeria y de manias
Una sonrisa que se dibuja en un espejo roto
La Locura es el Portal que conduce a la genialidad e indica trascendencia
Arrastra un historial de miseria, corrupción y miedo
La Locura ve con ácido en los ojos y sabe que lo esencial es invisible a ellos
Pero vivimos en una película porno y si lo explícito no está simplemente es algo que no existe
La Locura besa todo lo que puede llegar a tocar a su alrededor
Y se empecina a dar mordiscos bruscos, porque generalmente no conoce otra cosa que no fuere destruir
La Locura es toxicosis intravenosa de a dosis agigantadas y miradas sin pestañar
Es un Tratamiento de Ludovico para todo aquel que tome el riesgo de someterse a él
La Locura es la amiga eterna de los incomprendidos errantes
Los enamorados nos refugiamos en ella en cuanto el Amor se va, se rompe, se pierde la esperanza, y uno decide caer y abrazar al vacío en lugar de seguir temiéndole.
(Somos el Monstruo)