20 de octubre de 2014

A stranger

Un extraño
se queda mirando al techo
cuando fuma.
Una extraña
respira complaciente
dándole la espalda.
Ella no sabe que él toca el violín
y su abuela murió hace una semana.
Él no sabe que ella tiene dieciséis lunares en la espalda
o que es alérgica al pasto.
Los extraños comparten
una cama
un fluido; licor de lo animal
y desconocen
que conociéndose
todo puede arruinarse
romper la atmósfera de vidrio azul
tintura de la melancolía
presienten que conociéndose
todo puede arruinarse
una vez más como tantas otras.
Por eso son extraños que ni siquiera
recuerdan sus nombres
porque unos ojos verdes
y un vestido rojo
pueden bastar
cuando hay licores de verdad dando vueltas
cuando hablar un rato sobre música implica conectarse
cuando no se quiere conocer
por miedo paralizante de corazones.

Los hombres árbol

Me aterran
los hombres árbol.  Secuencias de sombras
negras personas
figuras
que se quedan ahi
corren inmóviles
desaparecen con la luz.
¿Me habré vuelto loca
proyecciones de mi cabeza
al mirar esas cosas
que no existen sin embargo brillan
como los ojos de una cabra muerta?
Será que mi momento de brillantez
sea esa muerte tan temida y ansiada.
Los hombres sombra me vigilan desde todos lados
las figuras que se recortan con las estrellas también
monstruos fantásticos
gigantes de hojas negras
despliegue de lo más macabro
porque el show debe continuar
más si eso de blanco está ahí
queriendo saltar un paredón
retorciéndose de dolor y mirándome
fijo
con su no rostro
era un corset muy apretado
y las personitas en un momento tiraban de eso como una hamaca paraguaya.
Será
que quizás algo esté mal realmente
quizá sólo deba
ponerme a dormir
abajo de las sábanas alejada de lo oscuro y los ruidos extraños
ronquidos enfermos de mamá