4 de diciembre de 2013

Insomnia

"Espero poder descansar esta noche" pienso acostada en la cama y con una piedra en el estómago, el pelo desarreglado y clavando la mirada a la ventana abierta, que no me dice nada y encierra hermética la pieza.
"Se me rompió una uña. Eso me pasa por haber lavado los platos"
"Ah, y no cojo hace más de una semana"
Burbujas inconexas. Burbujas Random, perdidas en un flujo constante de pensamientos que carecen de lógica, que no poseyeron nunca sentido alguno.
"Se me acumularon más cosas de las que pensé: la falta de trabajo y las vistas de buscar uno nuevo; la presión por estudiar y rendir sabiendo que voy a hacerlo mal; mis anhelos de tener hijos y mi soledad perpetua; ser o no ser en definitiva una outsider"
- Porque soy enemiga de la realidad - le digo al oyente nulo.
Parece que para dormir desaparecer y volverme prófuga de la realidad por una noche más voy a contar conejitos peludos de ojos rojos que se esconden dentro de una madriguera o que saltan y desembocan en una licuadora gigante para ser despedazados en el momento.
Conejitos todos iguales o especiales: chiquitos grandes lisiados de colores amordazados. Todos hermosos y grotescos.
"Parece que me encuentro sola de nuevo y la hiel se me mezcla en la sangre"
No crezco simplemente envejezco y me amargo. Es un impedimento propio aún así; no quiero crecer.
Me siento frágil y a la deriva y sin abrigo para cuando el huracán ataque; ya hacen casi tres años de esa noche de miedo.
El Principito no vomita sangre, aún. Ya va a cesar su dolor, ya va a parar.
No dejo de pensar y siempre tirando al vacío; tendiendo a hundir lo bueno que queda.
Y quiero desaparecer abajo de la almohada con un vaso de agua fria y un frasco de pastillas para dormir.
El cerebro no funciona lo suficiente como para que pueda desviar mis pensamientos hacia otra cosa.