- Quiero creer en algo - susurró
- Yo quiero creer que queres creer en algo - le respondió resignado
- ¿Tan lastimado ibas a estar que te negás a creerme? ¿Tan cobarde ibas a ser?
- Y...
- A veces es mejor quedarse en el molde, decía mi papá - "decía eso y después me hacía chuparle la pija" decía la voz en su cabeza, que le completaba la frase
- Me importa un carajo lo que decía tu papá; ¿no estás cansada de dar vueltas siempre sobre la misma mierda?
- Me gustás. No sé si mucho o poco, pero me gustás
- Lo se.
- Y te seduce que te diga que sos sutil, ¿no? Me encanta esa ingenuidad tuya. Te cagaría a cachetazos y después te comería a besos, para que sepas lo que es bueno nomás.
- Me encanta lo que tenés puesto. Es genial.
- ¿Qué cosa, de todo lo que tengo encima?
- Y, desde el vestido negro hasta como combinan el antifaz que estás usando con la línea de merca que se quedó a la entrada de tu nariz.
- Sos un amor. Gracias.
- ¿Entonces? ¿Cómo queda todo?
- Estamos condenados. ¿Me acompañás?
Ella le tomó la mano y se fueron a caminar
A él le gustaba sentir cómo sus uñas rojas se clavaban, con miedo y deseo
Las calles estaban desiertas, eran eso de las seis de la mañana pero la noche se resistía a irse; amagaba a llover, pero ambos sabían que si el día llegaba a desplegarse solamente se iban a asomar chubascos cobardes y tardíos
Si es que llegaba el día
- Podemos ser eternos
- Somos eternos
- Y nunca vamos a ser tan hermosos como hoy
- Ni como ayer ni como mañana
- Seguís sin creerme, ¿no?
- Obvio
- Hacés bien
Ella le soltó la mano
Y para él todo se estaba aguando, si nunca antes había tenido sentido en ese preciso momento el absurdo le caía arriba de la cabeza, se derrumbaba su pequeña zona de seguridad
- Arlequina
- Comodín
- ¿Por qué...?
- No me hagás preguntas insulsas. Ya está. Acabamos con todo.
- Sí; lo noté - la voz se le perdía mientras caminaban sobre los escombros y los restos que aún estaban prendidos fuego. Muñecos y desastres
- Feliz año nuevo
- Feliz año nuevo
