El Desastre finalmente llegó. Recibido con bombos y platillos, alaridos, lluvias de sal.
El Desastre se vio bienvenido. No piensa irse, no jamás.
De lo único que hacen ganas es de desaparecer entre las sábanas y disparar hasta que se extinga el sol. Soberano molesto.
Dolores de mujer. Silencios obligados. Y falta de pastillas inundada en miedo que se ve como cobardía.
Puntos suspensivos y a morir.
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