21 de noviembre de 2013

Se llena de coronas y parece un maniquí. La juventud no siempre deja un hermoso cadáver, por más rubor que corra en los cachetes.
Sonrosado sobre negro. Y sangre que se coagula se pudre en cada instante.
El Sol clama su dominio y a las once ha de partir.
Partir dos metros bajo tierra en este caso, como en tantos otros.
Sangran las encías y el pulso se encuentra arrítmico. Se descomponen los amores y peor.
En el ventiluz. Una toalla. Se ahorco.
Una noche mas para mi. Un poco mas de trabajo. Y un letargo que concilio de a ratos.
Las flores usadas se instalan en mi nariz. Y la alergia, se vuelve insufrible.
Todo ronda en tonos verdes y amarillentos. A veces un azul oscuro y los flashes de fluorescencia que me dejan estupida, cuando escucho las bicicletas o veo piercings sacados de fabrica.
Todos fumados todos borrachos todos estupidos.
Una menos.
Y aun quedan aproximadamente cuatro horas.
El noviazgo se diluye cuando hablo de mis anhelos de ser mama.
Y las miradas se centran en mi escote.
Kamikazes de un Destino que los excusa. Marionetas de su ceguera, incapaces de reconocerse condenados a La Libertad, dulce prision y acida profecia.
Intentos de salirse e intestinos que estan a punto de escupirse por doquier.
Van a formar mariposas por todos lados.
Una escopeta y un lanzallamas
Tranquila. No falta mucho.

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